Es importante entender que tomando conciencia de cómo reaccionamos ante los pequeños cambios, podemos ser capaces de predecir cómo lo haremos ante grandes cambios.
Si empezamos a empoderar nuestra habilidad para gestionar los cambios pequeños, estaremos preparándonos para conseguir afrontar de manera adecuada los cambios más relevantes y significativos.
Esto significa que aprender a abrazar poco a poco los pequeños cambios, por ejemplo, un nuevo equipo, un nuevo espacio o una nueva tecnología nos da una apertura natural a que sintamos que lo nuevo es bueno y no es una amenaza. Aceptarlo, tener una mente abierta y sacar provecho. Para que finalmente te sientas lo suficientemente seguro para que tú mismo seas un agente de cambio y predicar que el curso natural de las cosas se puede dar a nuestro favor. Saber adaptarse y reformarse tomando todo lo bueno que se pueda obtener.
El cambio y lo nuevo para muchas personas y organizaciones es aterrador, porque rompe con el status quo en el que se manejaba, pero, no tenemos control sobre mil y un factores externos que pueden y vienen a romper esta estabilidad (crisis, pandemias, etc) y obligan a que haya una transformación desordenada y dolorosa. La gestión de la transformación nos ayuda a mapear todos los puntos que necesitan crecimiento, que necesitan cambiar y hacer un plan estratégico que favorece este cambio con total transparencia y control.
Al saber hacia dónde vamos y en lo que nos convertiremos el camino ya no se hace cuesta arriba, se convierte en una pista llana en la que podremos correr libremente y alcanzar todo el éxito que nos propongamos.
0 comentarios